martes, 11 de mayo de 2010

sábado, noviembre 27, 2004 El Ser que te guía

Cuando has respirado aunque sea brevemente el dulce aroma de tu autentico ser, se enciende una pequeña llama que ya no puedes apagar, siempre está contigo alumbrando tu camino tanto en los momentos de luz como en los de oscuridad. Pero es en estos últimos cuando su recuerdo se hace más patente, en los momentos en que olvidas quien eres y cual es la voluntad que te guia. En esos momentos, cuando la confusión te alcanza y la memoria se nubla, aun puedes percibir en medio del caos, esa melodía que te recuerda tu esencia, y que te grita sin voz por donde deberías caminar.

Pero no siempre es un salvavidas. Cuando has perdido el equilibrio entre los recuerdos de tu esencia y la coherencia que rigen tus actos respecto a ellos, estás en guerra. En guerra contigo mismo. Esas librando una batalla interior en la que no puedes luchar, porque no sabes contra quién has de hacerlo. En esa tesitura te sientes confundido, desorientado, clamas a los vientos pues oyes un susurro que acude en tu ayuda, pero no puedes dar con él porque hace ya tiempo olvidaste de seguir sus huellas en la movediza arena, y su rastro se ha perdido. Buscas fuera, a tu alrededor, un reflejo humano en el que mirarte, quizá con las esperanza de que su imagen te recuerde donde se encuentra la tuya propia. Pero hay pocos seres que hoy día conserven intacta su esencia. Cada dia, a cada instante, hay más seres que dejaron de ser ellos mismos para perderse en el abismo de la creencia. Si crees que eres, es que no eres en realidad. No creas pues, solo SÉ.

Creer que eres, creer que sabes, creer que puedes es tan solo un producto de la mente, concebido a través de opiniones externas, comparaciones (siempre odiosas), conclusiones y observaciones aplastantes y todo cuanto te llegue procedente del mundo que te rodea, procedente de los "grandes conocedores". Pero eso seguimos sin ser ni tú ni yo. Recapacita, recuerda, rememora tus momentos de euforia emocional, escucha el mensaje de aquellos instantes en los que fuíste, sin que importara nada más que el mero hecho de estar siendo. Y descubrirás que hay una sutil pero apreciable diferencia entre entre lo que crees que eres porque asi lo cree todo el mundo, que lo que eres, porque tu mismo lo percibiste sin condicionamiento alguno.

Si eso es posible, es posible también aprender a rescatar tu ser, descubrir quien eres a través del recuerdo no-condicionado por la apariencia, por el temor, por el deseo... Sólo si no buscas nada puedes encontrar, porque el mero acto de buscar conlleva una limitación. Buscas algo, así pues tu atención se centra en ese algo, perdiendose el resto de posibilidades. ¿Cómo entonces, podemos hayar en caso de estar equivocados? Aunque tuvieramos la certeza de querer encontrar una rosa en un jardin por su aroma... qué derroche olfativo supondría rechazar el aroma dulce del azahar.

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